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En el cálculo de los impuestos que pagamos los españoles de a pie cada año, solemos fijarnos en el porcentaje que el Estado nos quita en concepto de IRPF, amén de cotizaciones sociales y las cantidades aportadas a la Seguridad Social.

Ya este cálculo da escalofríos cuando comprobamos que el Estado se embolsa más de 500 euros al mes de cada mileurista, como ya publicó Libre Mercado.

Pero también debemos recordar que aquellos contribuyentes que son propietarios de una vivienda, pagan el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) año tras año (sin contar con los impuestos derivados de la compra en el momento de la misma.Además, los contribuyentes con coche pagan por él IVA y el impuesto de matriculación. Por añadidura, cada año tenemos que satisfacer el impuesto de circulación, conocido como “el numerito”. Por no citar las cantidades que se queda Hacienda de cada litro de gasolina o gasoil con los que llenamos el depósito del coche y que alcanza prácticamente 50 céntimos de cada euro gastado. Llegado el momento, cada año hay que pasar la ITV al coche, que no es un impuesto propiamente dicho, pero es un coste impuesto por el Estado a la propiedad del vehículo.

Pero no quedan ahí las cantidades que día a día entregamos a Hacienda. Para hacernos una idea de qué porcentaje del dinero que percibimos al año se queda en Hacienda, pongamos un sencillo ejemplo. Una muestra de cómo funciona el sistema impositivo español. No vamos a elegir precisamente el ejemplo del gran empresario de éxito con abultados ingresos, sino el ciudadano de a pie, ese que puede identificarse con el extendido término de “el común de los mortales”.
Pongamos el caso de un joven profesional de unos 30 años al que llamaremos Mateo. Cobra unos 24.400 euros brutos al año. Vive en Madrid en un piso en propiedad, por el que paga religiosamente un crédito hipotecario y, además, dispone de un coche. Para calentarse, en casa tiene calefacción individual por gas natural.

Con ese sueldo (24.400 brutos anuales) la empresa que le ha contratado paga por él al año 31.696 euros. Es decir, que la empresa paga por ese trabajador a la Seguridad Social 7.296 euros. El Estado detrae del sueldo bruto de este contribuyente 1.549 euros anuales como contribución a la Seguridad Social. En concepto de IRPF, se le quita 3.628 euros, lo que le deja un salario neto disponible de 19.223 euros al año, unos 1.600 euros al mes (12 pagas).

Sólo en impuestos directos al trabajo, el Estado ingresa un 39,35% del sueldo de este trabajador, (12.473 euros). Pero ahí no queda todo. Con esos 19.223 euros, este trabajador afronta los gastos necesarios para vivir.

 

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