Abstenerse políticamente no tiene nada de menos. Es más: podría ser un poderoso incentivo para hacer del mundo un lugar mejor. Sin embargo, esta idea es contraintuitiva. Entre otras cosas, porque ejercer el voto se ha convertido en un acto ritual similar a asistir a misa.
“Un solo voto, ahora, puede indicar la preferencia partidista de una persona, así como su religión, raza, etnia, género, vecindario y tienda de comestibles favorita. Ya no se trata de una única identidad social. Ahora se puede pensar en el partidismo como una megaidentidad, con todas las magnificaciones psicológicas y conductuales que ello implica.”
—Lilliana Mason
“La política tiende a hacer que nos odiemos unos a otros, incluso cuando no debería….
Tendemos a ver el debate político no como disputas razonables sobre cómo lograr mejor nuestros objetivos compartidos, sino como una batalla entre las fuerzas de la luz y la oscuridad.”
—Jason Brennan.
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