Continúa la disputa histórica y cultural entre Rusia y Ucrania sobre la herencia de la Rus de Kiev, un estado eslavo medieval que dio origen a sus identidades nacionales. Se destaca que ni Rusia ni Ucrania existían entonces, sino que ambos son descendientes de esta matriz común. La adopción del cristianismo ortodoxo en el 988 y el posterior desplazamiento del poder a Moscú tras las invasiones mongolas son puntos clave. Lo que nació en el siglo IX como un Estado eslavo medieval se convirtió en la raíz compartida de tres pueblos: rusos, ucranianos y bielorrusos. Más de mil años después, aquella cuna común sigue siendo motivo de confrontación política, religiosa y cultural.
Además, se subraya cómo la religión, que inicialmente unió, ahora refleja divisiones geopolíticas, y cómo la memoria histórica y la identidad cultural son elementos centrales en el conflicto actual, a menudo influenciado por intereses externos.
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