Después del largo descanso del verano, el Lama Wangchen nos anima a empezar la nueva rutina con entusiasmo, motivación y buen corazón. Nos habla desde el aeropuerto de Delhi, India, aprovechando una escala antes de seguir en dirección a Dharamsala, a participar de las reuniones del Parlamento Tibetano en el Exilio, del cual es miembro.
El Lama Wangchen nos recuerda que estamos todos vivos y tenemos que despertar. La vida tiene un gran valor y debemos apreciarla dando lo mejor de nosotros a cada momento: disfrutando, positivamente, y con la motivación de ayudar a los demás, con paz interior, felicidad y mucha paciencia. Seamos padres, profesores, profesionales de cualquier otra profesión, él nos sugiere que compartamos nuestras actividades y relaciones con amor y compasión.
Nos recuerda también que la felicidad no se compra ni se vende. Depende de cada uno y de su forma de pensar, hablar y actuar. Todo depende de uno mismo. Cada uno de nosotros tenemos la posibilidad de hacer las cosas bien. Rezar o no rezar no es la cuestión. Independiente de cualquier religión, todos somos humanos y tenemos el potencial para desarrollar nuestro buen corazón. El Lama Wangchen dice que si no se puede ayudar a los demás, al menos hay que procurar no hacer daño a nadie.
Hay que poner en la práctica, cada día, la convicción de que la próxima jornada será mejor que la anterior. Los problemas existen, pero preocuparse no los resuelve. Hay que buscar soluciones con el ánimo positivo.
El Lama Wangchen se despide haciendo una breve oración para la paz.
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