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El índice de precios al consumidor (IPC) en España lleva desde 2012 cerrando por debajo del 1,6%. La recuperación económica de la pandemia supone una vuelta al comienzo de la anterior década cuando la inflación cerró en 2010 en el 3%, en 2011 en el 2,4% y en 2012 en el 2,9%. Hay tres factores económicos que explican que el encarecimiento de los precios se va situar en estos niveles o incluso en porcentajes superiores en los próximos años.El aumento de precios generalizado en las economías desarrolladas se explica por el efecto base de un año atípico como el 2020 y factores transitorios como la falta de oferta frente a la rápida reapertura económica que ha impulsado la escasez y el precios de las materias primas pero también cuenta con factores estructurales como la transición ecológica, muy demandante de bienes básicos; el acercamiento de las cadenas de producción a los países occidentales y una política monetaria de tipos bajos y compras masivas de activos desde la crisis financiera de 2008.

De hecho, la crisis de la pandemia sumió a España en la deflación y la economía española cerró 2020 con una caída del IPC del 0,5%. Pero este descenso habría sido mayor de no ser por el encarecimiento de la factura de la luz, y otras energías, al final del año con la llegada del frío. El pasado año, el IPC cerró en negativo por primera vez desde 2014 cuando fue del -1%.

La apertura económica global ha hecho que la mayoría de economías desarrolladas se vean en la misma situación que España. No es una excepción y menos en el caso de países dependientes energéticamente que se están viendo atenazados por el precio del gas y del petróleo. Según calcula el Banco de España, la subida del precio de las energías fósiles, como el gas y el petróleo, y el incremento del precio de los derechos de emisión de dióxido de carbono (CO2) fueron los responsables del 70% de la subida de la luz en el primer semestre.

La tasa de variación anual del IPC de EEUU de octubre alcanzó el 6,2%, ocho décimas superior a la del mes anterior y la inflación subyacente, que excluye a los productos energéticos y a los alimentos frescos, hasta el 4,6%. La inflación se sitúa en máximos de 30 años. La tasa de inflación interanual en Alemania se situó en octubre en el 4,5%, lo que representa un repunte de cuatro décimas respecto del mes anterior y la mayor subida de los precios en el país desde agosto de 1993, según los datos publicados por la oficina estadística alemana Destatis.

Tres factores que se han impulsado con el Covid
Los tres factores estructurales que ahondan en el encarecimiento de la vida han llegado de la mano de la crisis de la pandemia. En los últimos años los economistas explicaban que pese a la compra masiva de bonos y los tipos de interés al 0% la inflación no remontaba por el avance de la digitalización y la tecnología que reduce procesos de producción y tiempos y el envejecimiento de la población en los países occidentales. Estas dos causas no han desaparecido, pero ahora la economía cuenta con más incentivos que alimentan el aumento de los precios.

En primer lugar, la transición ecológica es muy demandante de materias primas y de recursos tanto en su expansión como en su desarrollo. Cobre, plata, platino, aluminio, litio, microchips… Son necesarios en la construcción de placas solares, aerogeneradores, baterías de los coches. La movilización de financiación pública y privada no tiene parangón y es histórica en todas las geografías del mundo. Europa, EEUU y China han apostado por grandes planes de inversión pública, planes keynesianos, para avanzar en el 5G, la transición energética, la eficiencia energética y la digitalización.

El plan Next Generation de la Unión Europea está dotado de 750.000 millones de euros, Estados Unidos ha puesto sobre la mesa 1,2 billones de dólares en el plan de infraestructuras de Joe Biden y al mismo un presupuesto de 3,5 billones, el mayor presupuesto desde la Segunda Guerra Mundial, para avanzar en la agenda social demócrata. China, por su parte, ha inyectado 50 billones de yuanes -6.500 millones de euros- en un plan de estímulo que apuesta por infraestructuras tradicionales como carreteras, el 5G y también centrales eléctricas de carbón.Otro de los factores inflacionistas que se ha puesto en marcha a raíz del Covid-19 es la vuelta de factorías a los países de origen de las compañías matrices con el objetivo de estar más cerca de los consumidores y no sufrir cortes en la cadena de suministros. Sin embargo, los costes de producción en los países occidentales son más elevados que en Asia lo que impacta en el precio final de los bienes.

 

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