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Ponencia coronel Pedro Baños en el Congreso de los Diputados:

El término desinformación se ha convertido en un habitual dentro de nuestro vocabulario cotidiano. A nadie le llama la atención, porque en los últimos años lo escuchamos a todas horas; en la televisión, en una cafetería hablando con amigos, en el trabajo, en las sesiones del Congreso, en Instagram, en Facebook, en discursos, etc.

Y esto, que puede parecer positivo, ha creado cierta confusión que, a su vez, ha desencadenado una pérdida de perspectiva de lo relevante que es en realidad la “desinformación” y del peso que puede llegar a tener una operación de desinformación en la estabilidad democrática, política, social o económica de un país o una organización. Por ello, en el artículo de hoy vamos a dar un breve paseo por la historia de la “desinformación”; viendo qué significa realmente e ilustrando una de las operaciones de desinformación más destacadas llevada a cabo por unidades de inteligencia, la “Operación Confianza”.

En la actualidad parece que los hechos objetivos van perdiendo importancia y que se justifican supuestas “verdades” de forma emocional, pero si esto realmente es así ¿Es algo nuevo?

Ya en 1886, decía Nietzsche aquello de “no hay hechos, sólo interpretaciones”. Y como con casi cualquier experiencia humana, con la desinformación deberíamos acercarnos a la historia de esta táctica y su relación con las unidades de inteligencia para entender la situación actual. Para ello utilizaremos como roadmap un libro que recomiendo si os interesa este tema: “Desinformación y Guerra Política” de Thomas Rid, quien considera que esta era moderna de desinformación comenzó a principio de los años XX y puede dividirse en “cuatro oleadas”:

1. El periodo de entreguerras, en la Gran Depresión, cuando la radio transformaba el periodismo de la época, surgían operaciones de influencia que se podrían considerar, en aquel entonces, como “innovadoras y retorcidas”.

2. En la etapa tras la Segunda Guerra Mundial cuando los organismos de inteligencia profesionalizaron las tácticas de desinformación y las operaciones de influencia. En plena guerra fría la desinformación se utilizaba como un arma para exacerbar las tensiones, un arma de la denominada “guerra política”.

3. Durante los años setenta se perfeccionó la gestión y los recursos de las tácticas de desinformación; se volvieron tácticas más activas.

4. La cuarta ola, según Thomas Rid, comenzaría en 2010 y sería en la que nos vemos sumidos actualmente, en la que las “medidas activas de desinformación” se han visto reforzadas con el boom de internet y las nuevas tecnologías.

Una de las primeras grandes operaciones de desinformación que se conocen: CONFIANZA. En 1921, tras la guerra civil rusa muchos conservadores y anticomunistas emigraron a otros países de Europa y Asia; y muchos de los emigrados buscaban restaurar la monarquía. Desde la Unión Soviética estos grupos de emigrados se veían como una amenaza y se temía que estuvieran organizados y conspirando para derribar al nuevo gobierno.

En este contexto, para subvertir estos movimientos antirrevolucionarios de los monárquicos cobra relevancia la organización bolchevique conocida como “la Checa” y su líder quienes en 1921 interceptaron una carta de un insurgente de Tallin dirigida al Consejo Monárquico Supremo en Berlín. En esta carta se elogia a un tal Yakushev, un exfuncionario del Zar que por aquel entonces continuaba con su labor de funcionario para el nuevo gobierno. El insurgente explicaba al Consejo Monárquico que Yakushev compartía su visión y creía que la organización monárquica en Moscú era la que debía dar órdenes a las organizaciones de Occidente en las actividades subversivas.

Así pues, el contenido de la carta inspiró a la Checa para elaborar su plan contra los monárquicos: crear una falsa organización monárquica, con Yakushev como líder, para engañar a las organizaciones en occidente. Pero para llevar a cabo su plan necesitaban a Yakushev de su parte para lo cual sólo tuvieron que arrestar y persuadir al funcionario durante varias semanas hasta que accedió a colaborar con esta nueva operación a la que llamaron “Confianza” y cuyo director sería Artuzov, jefe de contrainteligencia de la Checa.

La operación estaba basada en la creación de una falsa “Organización Monárquica de Rusia Central” (MORsT) con cientos de falsos miembros. Yakushev sería el líder y representante de la MORsT ante el resto de las organizaciones monárquicas en el exterior y en su desempeño tendría dos prioridades; en primer lugar, engañar a los monárquicos emigrados sobre la situación en la Unión Soviética y, en segundo lugar, confundir a los servicios de inteligencia occidentales sobre la capacidad militar de la URSS.

Desde que comenzaron la Operación Confianza fue tal la cantidad de contenido engañoso que la Checa (y su posterior sucesor OGPU) consiguió mover que en 1923 se creó una oficina para gestionar la desinformación, que elaboraba información engañosa dirigida a los servicios de inteligencia extranjeros con el objetivo de frenar posibles intenciones de intervención militar en la URSS.

Por la envergadura e impacto de esta operación merece la pena repasar algunas de las acciones más relevantes llevadas a cabo como parte de “Confianza”:

Engaños a organizaciones monárquicas en el extranjero:

Uno de los primeros pasos que siguieron fue enviar a Yakushev a reunirse con el Consejo Monárquico de Berlín. Era importante que se ganara su confianza y los convenciera de que en Rusia empezaba a surgir un sentimiento contrarrevolucionario que daba la espalda a los Bolcheviques, que estas fuerzas anticomunistas estaban ya en la propia administración, y que ellos podrían recopilar información y hacérsela llegar a los emigrados sin necesidad de intervención desde el extranjero. Y este primer paso fue un éxito, Yakushev regresó a Rusia convertido en un aliado, a ojos del Consejo Supremo Monárquico de Berlín. Creían que Takushev y la supuesta organización monárquica rusa trabajarían en la caída, desde dentro, de los Bolcheviques y facilitaría la restauración de la Monarquía con el duque Nicolás Nikoláyevich. Asimismo, más tarde, con ese mismo discurso consiguió ganarse la confianza del propio duque.

Otra de sus exitosas actividades estaba relacionada con el engaño a servicios de inteligencia occidentales. La GPU sospechaba que espías estonios interceptaban las cartas que Yakushev enviaba cartas al Consejo Supremo a través de la misión estonia en Moscú por lo que incluyeron en las cartas datos falsos sobre el potencial militar de la URSS, con la intención de mantener a sus potenciales enemigos extranjeros a raya.

Pero sin duda, una de las operaciones más destacables tiene que ver con el asesinato de Sydney Reilly agente del SIS (predecesor del MI6) a quién la MOTsR atrajo a Rusia bajo el pretexto de la posibilidad de colaboración con los servicios secretos británicos, para detenerlo y asesinarlo. Tras esto, en un intento de evitar dañar la credibilidad de la falsa organización monárquica fingieron un tiroteo en la frontera con Finlandia y colocaron tres cuerpos con la intención de argumentar que dos agentes de la MOTsR y Reilly habían muerto intentando cruzar la frontera, pero se extendió el rumor de que la MOTsR era una falsa organización bajo el mando de los Bolcheviques.

Ante los rumores que podían hacer tambalear todo el trabajo de “Confianza” la operación fue un paso más allá y de la mano de Yakushev la MOTsR invitó a Vasily Shilgin, un periodista y escritor considerado anti-bolchevique a visitar el país, para buscar a su hijo que estaba desaparecido y comprobar que existía una fuerte disidencia compuesta por monárquicos y que rusia volvía a ser un país seguro para estos.

Durante su viaje todo lo que Shulgin pudo observar estaba minuciosamente planeado por los propios agentes de Confianza, quienes además lo acompañaron haciéndole creer que eran disidentes políticos. Tras este viaje Shulgin escribió un libro “The three capital” que contribuyó a extender y asentar las ideas que la Operación Confianza llevaba años intentado sembrar en el país y en el extranjero.

LA OPERACIÓN CONFIANZA:

En 1927 los servicios de inteligencia polacos comenzaron a sospechar sobre MOTsR debido a la mala calidad de la información filtrada y decidieron solicitarles los planes del Ejército Rojo en caso de una posible guerra con Polonia para compararlos con el plan auténtico que habían obtenido por otros medios. Tras comprobar que se trataba de un engaño alertaron a las demás agencias de inteligencia occidentales y cortaron relaciones con la falsa disidencia, con lo que la Operación Confianza había perdido toda credibilidad y pronto toda su infraestructura acabó siendo desmantelada.

Para entonces, la Unión Soviética ya tenía fuerza como nación, control sobre la disidencia e información acerca de otros servicios de inteligencia, y todo esto fue, en parte, gracias a la “OPERACIÓN CONFIANZA”.

c o n c l u s i ó n :

Como hemos podido comprobar con el ejemplo de la Operación Confianza, la desinformación y las fake news no son un fenómeno contemporáneo nacido de internet, y se considera que tras la Primera Guerra Mundial se profesionalizó el uso de estas tácticas para manipular o movilizar al pueblo, conseguir respaldo ante situaciones complicadas o incluso monitorizar adversarios. Las técnicas y las tecnologías eran diferentes y desde entonces se han ido perfeccionando y adaptando, pero el fin era el mismo: la creación o configuración de la información para lograr unos objetivos concretos.

Fijándonos en la historia vemos que controlar e identificar la desinformación es un proceso complicado que en los últimos años se ha vuelto incluso más difícil debido a la velocidad y viralidad con la que se mueve la información, así como a la dificultad de rastreo del origen de dicha información.

Tal es la importancia de este fenómeno que en España hace años que existe un Procedimiento de Actuación contra la desinformación y en diciembre de 2021 el Gobierno anunció que se elevaba la desinformación a categoría de “riesgo nacional” —equiparándola a otros riesgos clásicos como el terrorismo o el crimen organizado— ya que preocupan las campañas, de actores internaciones (estatales y no estatales) orientadas a polarizar a la sociedad y minar su confianza en las instituciones.

Sin lugar a dudas, reconocer de forma oficial el riesgo que la desinformación supone para la estabilidad de un país es un hito, pero aún queda mucho trabajo al respecto, desde los gobiernos y desde la propia población. Un trabajo de cuyo desarrollo seguramente, seremos testigos en los próximos años y veremos qué estrategias se plantean desde las instituciones para luchar contra este riesgo nacional.

 

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