Si se echa la vista atrás tan sólo tres semanas, el escenario macro para la eurozona era muy diferente al que se contempla hoy. Entonces nadie esperaba que la zona euro se tendría que enfrentar a un posible estancamiento económico. La inflación era el gran problema, pero tampoco tan grave como para temer entrar en una situación de hiperinflación.
En resumen, se esperaba una inflación más persistente de lo previsto, que obligaría a los bancos centrales a reaccionar, y parecía que las aguas volverían a su cauce. Y más teniendo en cuenta que los estímulos que traería el programa Next Generation en Europa todavía no habían llegado al Viejo Continente, y que servirían como un as en la manga que ayudaría a impulsar la recuperación económica tras el Covid-19.
Este escenario se ha truncado con la guerra de Ucrania, y la amenaza de que se pueda producir un estancamiento económico en Europa consecuencia de las sanciones y por el rapidísimo aumento de los precios está ganando peso para los analistas. Ahora, un 58%, 17 de los 29 analistas encuestados por elEconomista, contemplan un escenario de estanflación en la eurozona este año. El crecimiento se frenará, lo tienen claro, y no descartan que se llegue a producir un estancamiento en el PIB en los próximos meses.Al mismo tiempo, prácticamente todos descartan la posibilidad de que la región entre en una espiral inflacionista que se pueda considerar hiperinflación. Sólo 1 de los 29, un 3,44%, se inclina más por esa posibilidad.
Por otro lado, once casas de análisis, el 34% del total, sin embargo, considera que no se llegará a producir ninguno de los dos escenarios. Eso sí, la mayor parte de ellos sí espera que se produzca un frenazo en el crecimiento, pero no lo suficientemente fuerte como para entrar en una situación de estancamiento económico.
Los analistas que se inclinan más por el escenario estanflacionista frente al del hiperinflación argumentan que, para que este último se llegase a producir, sería necesario que se dé una consolidación de las subidas de precios vía salarios, algo que todavía no se está produciendo y que, en general, descartan que vaya a ocurrir.
“Para que se llegue a este escenario debería haber una retroalimentación en las subidas de precios que, por el momento, no hay visos de que se vaya a dar. La inflación actual no está repercutiendo en los salarios y, quitando los precios de la energía, en el último mes hemos asistido a una desaceleración de algunas partidas del cálculo del IPC”, explican desde Banco BiG.
Consideran que “es más factible una situación de estanflación, de convivir con un escenario de alzas de precios y una disminución del crecimiento”, pero también avisan de que “podría ser un escenario no muy duradero”.
“Si se mantiene el conflicto, el fuerte aumento de los precios de la energía y las pronunciadas interrupciones de las cadenas de suministro supondrán un importante lastre para la actividad económica mundial y un gran impulso para la inflación”, explica Silvia Dall’Angelo, economista senior de Federated Hermes.
Félix López, socio director de Atl Capital, se plantea incluso la posibilidad de que se produzca una recesión no muy duradera. “El efecto de los precios de la energía traerá consigo un aumento puntual de la inflación, lo que probablemente conlleve, como así ha sido en el pasado, una caída en el crecimiento económico y una recesión de corto plazo”, señala.Entre los expertos que no ven ninguno de esto dos escenarios, Rafael Valera, de Buy & Hold, piensa que la inflación de dos dígitos será puntual, en absoluto consistente: “El mercado descuenta inflación más recesión, el peor de los dos mundos a la vez, pero puede ser mejor de lo que se espera; el mercado se está poniendo en lo peor”.
Pablo García de Divacons-AlphaValue se inclina porque el escenario de alta inflación es y será generalizado. “No obstante”, puntualiza, “la estanflación se dará en países con cimientos más débiles o con mayor exposición a la crisis energética”. “El caso de España es paradigmático”, subraya.
Muchos de estos analistas supeditan su respuesta a la duración de la guerra. Es el caso de David Azcona, director de inversiones de Beka Finance Private Banking, “cualquier expectativa debe estar sujeta a una serie de asteriscos propios del desconocimiento del mantenimiento en el tiempo del conflicto. Si estamos ante el mantenimiento en el tiempo como Reino Unido sería peor el impacto y la capacidad de dar oferta a nivel mundial a la aparente escasez de ciertos recursos”, señala.
En esta línea, desde Ábaco Capital defienden que para la segunda mitad del año y siempre que la guerra actual se haya moderado, “la economía podrá crecer a ritmos más elevados que los de la primera mitad impulsada por las políticas monetarias, las cuales continúan siendo laxas, y que además la inflación se podrá ver reducida a niveles inferiores a los actuales, más cercanos al 4%-5%”.