El síndrome del emperador, es cada vez más común en las familias y hace referencia a la situación en la cual, el niño, desarrolla poder y autoridad sobre sus padres
El síndrome del emperador es un fenómeno cada vez más común en las familias actuales. Este término se refiere a situaciones en las que un niño desarrolla un poder y autoridad desmesurados sobre sus padres, llegando a insultarlos y controlarlos con sus demandas. En los casos más graves, este comportamiento puede escalar hasta la agresión física. Este tipo de violencia familiar, a menudo oculta por la vergüenza y el sentimiento de culpabilidad de los progenitores, está comenzando a ser más visible en la sociedad.
Este síndrome se manifiesta generalmente durante la preadolescencia, alrededor de los 12 o 13 años, y se agrava durante la adolescencia, especialmente entre los 14 y 15 años. Los niños afectados suelen ser arrogantes, mentirosos, y frecuentemente se desconectan de las tareas escolares. Pueden llegar a robar para obtener lo que desean y presentan una conducta desafiante que no se limita a incidentes aislados, sino que se convierte en un patrón de comportamiento.
Es crucial que los padres reconozcan los signos tempranos de este síndrome y busquen ayuda profesional lo antes posible. La intervención de psicólogos y pedagogos especializados es esencial para abordar y corregir estos comportamientos antes de que se conviertan en un problema más grave durante la adolescencia. Lamentablemente, la seguridad social no suele cubrir este tipo de servicios, por lo que muchas familias deben recurrir a opciones privadas.
La educación juega un papel fundamental en la prevención de la violencia familiar. Sin embargo, los niños con este síndrome requieren una atención y cuidados especiales que van más allá de la educación convencional. La disciplina excesiva y la dureza no son soluciones efectivas, ya que pueden enseñar al niño que la violencia es una herramienta válida para obtener lo que desea. Por otro lado, ignorar los problemas esperando que se resuelvan con el tiempo también es contraproducente.
Aunque las estadísticas oficiales indican que las denuncias por este tipo de violencia se han estabilizado, muchos casos no se reportan debido a la vergüenza y el sentimiento de culpabilidad de los padres. Estos sienten que han fallado en su rol, cuando en realidad el problema es más complejo y está relacionado con la personalidad y las circunstancias individuales de cada niño.
Hablamos con Vicente Garrido, catedrático de educación de la Universitat de València y autor el libro “Los hijos tiranos: El síndrome del emperador” además de ser una de las máximas autoridades en España del estudio de este comportamiento.
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